No tengo miedos, tampoco dudas. Sé perfectamente cual es "mi gente". Sé de maravilla en quién debo confiar y quien me la clavaría por la espalda nada más que me diese la vuelta. Sé claramente quien daría todo por mi, y quien no daría ni una uña postiza. Sé perfectamente quien me valora, y también conozco de sobra a la gente que no tiene las narices suficientes para decir las cosas como hay que decirlas, a la cara. ¿Conclusión? Quien me quiera perfecto, yo le querré más aún. Será mi amigo hasta el infinito, y más allá. Apostaré todo con él, y saldré ganando. Pero, quien no me quiera, mejor dicho, quien me quiera, pero como enemiga. Que espere, que allá voy, para enemiga, yo.