Es como un vicio, un adictivo. Me gusta porque va en pequeñas dosis, intensas, pero pequeñas. Me gusta porque acelera el pulso, sube la adrenalina. Porque es algo muy flexible pero fácil de romperse. Me gusta porque no tiene sentido ni hace falta buscarle explicación. Porque te provoca fanatismo, te hace sentir libre pero nunca te libera. Porque la palabra clave es: improvisación. Y sabe ponerte a prueba, joder si sabe. Porque siempre tiene la cabeza donde no toca y me hace perderla a mí. Porque se equivoca pero siempre tiene una buena excusa. Porque es difícil de creer. Porque es irremediable e incurable. Porque se podría decir que es un reto. Produce locura y eso, ¿sinceramente? me encanta.