lunes, 7 de marzo de 2011
Y si le duelen los recuerdos, se los cura con ginebra.
No te pediré que me eches de menos, es más en todo caso pediría que no lo hicieses, porque sé que de un modo u otro mi recuerdo se irá borrando de tu memoria hasta que se consuma por completo y ya no quede nada, entonces seré como la colilla de tus cigarrillos, sí, esos cigarrillos que tanto odio y que tantos problemas me causan. Me imagino sola a altas horas de la madrugada en tu ausencia, sentada en la mesa de la cocina como si estuviese esperando a alguien que nunca llegará, con un Martini en la mano. Me encanta esta parte, suena muy dramática, es una verdadera lástima que no me guste el alcohol. Tampoco estaría mal escribir un diario que luego alguien que no tiene nada que ver conmigo encontrase años más tarde, me haría más famosa que la mismísima Ana Frank, aunque reconozco que tal vez mi diario no sería tan emocionante. Hablaría de ti, siempre hablaría de ti, incluso cuándo tu ya me hubieses olvidado yo seguiría escribiendo sobre ti y tus cosas raras, y es que conforme pasa el tiempo me doy cuenta de lo difícil que es conocerte realmente, hacen falta como mínimo dos máster, un doctorado y alguna licenciatura para saber cómo eres en realidad. Pero a pesar de todo siempre estas tu aquí para salvarme de esto, para pasarme el brazo por encima del hombro, besarme en la frente y decirme "ya está pequeñita, todo ha pasado, creciste más rápido que las demás, y te han hecho daño, pero eh, cuándo sonríes pareces de portada de Vogue"